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Edición nº34 | Viernes, 27 de noviembre de 2015  |  Hemeroteca
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ACTUALIDAD
ES IMPORTANTE DETECTARLOS PRECOZMENTE
Uno de cada diez escolares tiene trastornos del lenguaje o escritura
La dislalia, la disfemia, la dislexia y la digrafía son los más comunes 

Redacción. Madrid
Se estima  que un 10 por ciento de los estudiantes sufre trastornos del lenguaje o escritura. Ildefonso Muñoz, psicólogo especialista en problemas del aprendizaje de Hospital Quirón Campo de Gibraltar, alerta sobre la importancia de su detección temprana para evitar un retraso en el aprendizaje y la evolución de los pequeños en su etapa escolar. Es habitual, continúa el especialista, “que con el inicio del curso y las nuevas exigencias académicas se detecten estos problemas”.

Entre los problemas del habla más comunes en niños encontramos la dislalia, disfunción en la articulación de ciertos sonidos (r, d, t, etc.), y la disfemia, conocida comúnmente como tartamudez.

En cuanto a los trastornos del lenguaje, apunta Muñoz, “el más habitual es el retraso simple en niños que van a empezar su etapa escolar. Esto suele producirse por varios motivos, pero los más frecuentes son niños bilingües o plurilingües, que no han recibido una adecuada estimulación por parte de los padres, o pequeños a los que los progenitores no han obligado a esforzarse para comunicarse correctamente porque eran entendidos. También, un retraso madurativo es muchas veces la causa de este problema”.

Problemas de la lectoescritura

Entre los trastornos de la lectoescritura se encuentran la dislexia y la digrafía, que, según indica el especialista, “lo más habitual es que se empiecen a detectar a partir de los seis años, que es cuando los niños consolidan en el colegio la lectura y la escritura”.

La dislexia, que presenta varios grados, consiste en una dificultad en el aprendizaje y el desarrollo de la lectura y la escritura en niños con inteligencia normal y sin alteraciones de vista u oído. Lo habitual para detectarlo es apreciar cambios de letras al leer y/o escribir (b por d, por ejemplo), así como mala comprensión del texto y fluidez en la lectura y la entonación. Por su parte, la digrafía consiste en una alteración a la hora de plasmar, mediante representación gráfica, los sonidos del lenguaje. Es parecido a la dislexia, pero  solo afecta a la escritura. Este tipo de trastornos son más habituales en niños que han tenido retraso en el lenguaje, afectan en mayor porcentaje a los varones y tienen un fuerte componente hereditario.

Muñoz aconseja a los padres y profesores que detecten que  su hijo o alumno puede tener retraso en el lenguaje o la lectoescritura “que acudan a un logopeda para su evaluación o a un psicólogo experto en problemas del aprendizaje. Una correcta evaluación y un acertado diagnóstico son fundamentales. También se deben descartar problemas de vista y oído no detectados”.

Es muy importante la detección precoz y ponerse en manos de un especialista, insiste el psicólogo, “ya que cuanto antes se localice el problema y se aborde, mayor probabilidad de éxito y rehabilitación tendrá. Los problemas de dislalia y de retraso del lenguaje son los más fáciles de corregir, mientras que la dislexia será un problema crónico que se debe abordar para evitar el fracaso escolar que suele conllevar, así como situaciones de frustración y autoestima del niño”.

 

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