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Edición nº31 | Jueves, 23 de julio de 2015  |  Hemeroteca
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LOS PACIENTES IMPORTAN
LA DIETA TIENE QUE SER VARIADA, EQUILIBRADA, ENERGÉTICA Y AGRADABLE
Recomendaciones alimentarias para niños y mayores con TDAH
Las comidas más aconsejables son las menos procesadas y libres de aditivos

Sandra Melgarejo. Madrid
El TDAH suele implicar un déficit significativo de organización personal y de control de impulsos y emociones, lo que conlleva, en muchos casos, un comportamiento alimentario irregular, que puede incluir episodios de sobreingesta de alimentos (atracones), momentos de baja ingesta por olvidos, excesiva selectividad a la hora de escoger alimentos, etc. “Todo este desorden alimentario repercute negativamente en la salud”, explica Fernando Calvo Lázaro, biólogo especialista en nutrición, profesor titular del Ciclo Superior de Dietética en el IES Federica Montseny de Burjassot (Valencia) y colaborador de la Asociación de Padres para Niños y Adolescentes con Déficit de Atención e Hiperactividad (Apnadah) de Valencia.

Recomendaciones alimentarias para niños y mayores con TDAH

Aunque no existe, según Calvo, un tratamiento dietético específico para el TDAH, la alimentación recomendada tiene que ser suficiente desde el punto de vista de la ingesta energética, variada, equilibrada y agradable. “Esto es fundamental para el mantenimiento de la salud en toda la población y también, por supuesto, en las personas con TDAH”, afirma.

En su opinión, la dieta ideal debe contar con una amplia base de productos vegetales (frutas, verduras, hortalizas, legumbres, cereales integrales, etc.), complementados con alimentos animales saludables no procesados y magros (sin exceso de grasa), como pescados variados y poco contaminados (de dos a cuatro raciones a la semana), carnes magras (de dos a cuatro raciones a la semana), huevos (aproximadamente tres unidades semanales) y lácteos que se toleren bien (unas dos raciones diarias).

La recomendación más habitual es repartir la ingesta diaria en tres comidas principales (desayuno, comida y cena) y dos secundarias (media mañana y merienda). “El establecimiento de rutinas horarias razonables es especialmente importante en personas con TDAH. Realizar las comidas en un ambiente agradable, tranquilo (no es momento de reproches ni de discusiones familiares) y sin distractores (televisión, móviles, etc.) supone una ayuda considerable en la consecución de los objetivos dietéticos y nutricionales”, aconseja el nutricionista.

Cuanto menos procesados y sin aditivos, mejor

Calvo detalla que, ya desde la década de 1970, se realizaron estudios que indicaban que una dieta basada en alimentos naturales, poco procesados y libres de aditivos mejora la sintomatología del TDAH. “En los últimos 10 años, otros estudios apoyan esta hipótesis. El problema es que resulta extremadamente difícil incorporar estos modelos dietéticos a nuestra vida cotidiana actual, pues implica eliminar alimentos de uso habitual”, comenta.

Entre los alimentos menos recomendados se encuentran aquellos procesados e industrializados (snacks, precocinados, bollería, etc.); alimentos con colorantes sintéticos y otros aditivos (potenciadores de sabor, conservantes, edulcorantes sintéticos, etc.); y la ingesta abundante de alimentos ricos en hidratos de carbono de índice glucémico alto, como azúcar, muchos cereales para el desayuno y bollería.

En cambio, los alimentos aconsejados son, en general, aquellos no procesados industrialmente y con la menor cantidad posible de aditivos y grasas saturadas. Así, por su riqueza en ácidos grasos omega 3 de cadena larga (EPA y DHA), Calvo recomienda la ingesta habitual y suficiente de pescados grasos, como la sardina y el salmón; por su potencial efecto probiótico puede ser interesante la ingesta regular de leches fermentadas tipo yogur y equivalentes; y por su efecto prebiótico es necesaria la ingesta de suficiente cantidad de frutas, hortalizas y legumbres.

Particularidades de niños y adultos

El nutricionista indica que muchos estudios sobre catering escolar en nuestro país revelan “una frecuente sobreprogramación de fritos y alimentos precocinados, lo que perjudica la salud en general y el TDAH en particular”. Considera que “se necesitaría una especial supervisión de los escolares con este trastorno en el momento de la comida, asunto no siempre fácil de conseguir”.

Por otro lado, un adulto con TDAH que no ha recibido atención adecuada suele manifestar exceso de impulsividad, ansiedad, falta de planificación personal y dificultad en la toma de decisiones, factores que propician, entre otros problemas, desórdenes alimentarios. “Los datos epidemiológicos indican mayor incidencia de obesidad en adultos con TDAH. Hay que tener en cuenta que las alteraciones en el mecanismo de acción de algunos neurotransmisores, como la dopamina y la noradrenalina, se han detectado tanto en pacientes obesos como en el TDAH “, señala Calvo.

Respecto a los suplementos alimenticios, el nutricionista indica que la ingesta incontrolada no resulta recomendable y no aporta beneficios comprobados. Sin embargo, hay personas con TDAH con niveles bajos de hierro, zinc, magnesio, vitaminas del grupo B o ácidos grasos omega 3 de cadena larga (EPA y DHA). “Cuando esto sucede, una ingesta adecuada de alimentos ricos en estos nutrientes o, si es necesario, una suplementación bien controlada de los nutrientes deficitarios mejora la sintomatología”, afirma.

Asimismo, asegura que está comprobado que “incorporar unas rutinas diarias de actividad física bien programada y agradable mejora el funcionamiento de algunos neurotransmisores y  beneficia la calidad de vida de las personas con TDAH”.

Repercusión del tratamiento farmacológico en el apetito

Los tratamientos más habituales del TDAH utilizan psicoestimulantes (metilfenidato) como primera opción y también inhibidores selectivos del transportador presináptico de la noradrenalina (atomoxetina) como segunda opción. “En ambos casos, puede presentarse una disminución significativa del apetito y se han descrito síntomas de malestar abdominal (epigastralgias principalmente) asociados a la atomoxetina. La disminución del apetito se manifiesta fundamentalmente durante el periodo de actividad del fármaco y tiende a remitir a última hora de la tarde. Realizar un buen desayuno antes de tomar la medicación es una opción adecuada y una cena nutritiva y temprana también ayuda”, relata Calvo.

No obstante, “si la disminución del apetito es persistente y se observa una pérdida de peso continuada, es necesario informar al médico para que realice los ajustes pertinentes en la medicación”, aconseja el nutricionista.

 

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