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Edición nº10 | Miércoles, 19 de junio de 2013  |  Hemeroteca
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EN LA CONSULTA
VÍCTOR SOTO, ADJUNTO DE NEUROLOGÍA INFANTIL DE LA FUNDACIÓN JIMÉNEZ DÍAZ DE MADRID
“Tenemos que dar un salto de calidad para tener conexión con los profesores y con los pediatras de Atención Primaria”
Recomienda no ocultar a los más pequeños que tienen un problema, sino explicarles que hay algo que no les sale bien y que les van a ayudar

Sandra Melgarejo / Imagen: Pablo Eguizábal. Madrid
Víctor Soto, adjunto de Neurología infantil de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, afirma que “se está llegando a tiempo en la mayoría de los casos” y que el diagnóstico del TDAH se hace “bastante temprano, cuando la sintomatología empieza a dar problemas”. No obstante, reconoce que hay aspectos que mejorar, como la comunicación con los profesores y la transición de los niños desde la Psiquiatría y la Neurología infantil a los servicios de adultos.

¿Qué especialistas atienden los casos de TDAH en la Fundación Jiménez Díaz?

Soto destaca la importancia de la detección precoz.

Tanto Psiquiatría infantil como Neurología infantil son los encargados de empezar el diagnóstico e ir orientando el tratamiento. A veces, tenemos que echar mano de otros especialistas –psicólogos, neumólogos, neurofisiólogos, etc.- para que nos ayuden a identificar alguna comorbilidad o intentar apurar algún diagnóstico.

¿En qué situación llegan, tanto los padres como los niños, a la consulta?

Hay de todo, pero, en general, si los padres llevan a su hijo a una consulta es porque están agobiados y la situación les crea ansiedad. Generalmente, suelen venir los dos progenitores, lo que indica que en la familia están bastante preocupados.

Tengo la sensación de que, muchas veces, a los niños pequeños se les intenta ocultar que hay problema. Pero no son tontos y saben perfectamente que les están trayendo al médico y que su vida no es de color de rosa porque tienen problemas en el colegio, con los padres o con los hermanos. El niño tiene que saber que hay algo que no le sale bien y que le vamos a echar una mano para que le salga mejor. Hay que tratarle como una persona independiente, no podemos ser totalmente paternalistas.

¿Se está detectando a tiempo el TDAH?

Creo que, ahora mismo, llegamos a tiempo en la mayoría de los casos y estamos haciendo el diagnóstico bastante temprano, cuando la sintomatología, tanto de inatención como de hiperactividad, empieza a dar problemas. Pero es cierto que, a veces, llegamos un poco tarde. El TDAH es como las capas de una cebolla: de pequeño, eres un niño muy movido, muy impulsivo y muy inatento, pero sacas el curso adelante; cuando pasa el tiempo, si no pones remedio a esto, se van sumando problemas de autoestima, de relación con el resto de compañeros o con la familia, de abuso de tóxicos... Y ahí es cuando llegamos tarde, porque ya hay que tratar muchos síntomas a la vez que no has prevenido.

¿Cuáles son los pasos a seguir para el diagnóstico y el manejo del TDAH?

Lo primero que hay que hacer cuando un niño tiene una sospecha de TDAH es confirmarlo. Ni todos los niños que se despistan ni todos los niños que se mueven tienen TDAH. Hay que hacer un diagnóstico diferencial para descartar otros problemas neurológicos, psicológicos o psiquiátricos, y después hay que ver la comorbilidad. Hasta el 70 por ciento de los niños con TDAH tienen otros tipos de trastorno: del aprendizaje, psicomotrices, del sueño, del ánimo, de la autoestima, de habilidades sociales… Eso hay que detectarlo porque, si no das soluciones completas, vas a conseguir resultados parciales.

El neuropediatra habla sobre el papel de los profesores.

Una vez diagnosticado el TDAH y detectadas las comorbilidades, se explican las posibilidades de tratamiento. El tratamiento es como una escalera: el primer escalón, la base de todo, es el tratamiento psicopedagógico, apoyos en casa y en el colegio que ayuden al niño a controlar los síntomas de hiperactividad e inatención; a veces esto no es suficiente y tenemos que pasar al segundo escalón, la medicación, que sirve de ayuda para que el tratamiento psicopedagógico funcione. Tenemos más de 70 años de experiencia con estimulantes y, cuando el niño está bien diagnosticado y la medicación bien indicada, los resultados son muy claros y los efectos secundarios no suelen ser ni muy frecuentes ni muy severos. La medicación se tiene que ir ajustando hasta dar con la dosis óptima, es decir, el mayor efecto posible con la menor dosis.

¿Cómo colaboran con los profesores y con los médicos de Atención Primaria de los niños?

Los padres, los médicos de Atención Primaria y los profesores son los que trabajan más en el día a día con ellos. Nosotros lo hemos comprendido y cada vez colaboramos más, pero no lo suficiente. Tenemos que dar un paso hacia adelante, un salto de calidad, para tener conexión tanto con los profesores como con los médicos de Atención Primaria y remar todos en la misma dirección, que es lo que realmente mucho el pronóstico. Todos los profesionales implicados en el TDAH tenemos que hacer un esfuerzo por contactar con los demás. Con los padres y con los psicólogos sí que tenemos ya vías abiertas de comunicación. Nuestro objetivo es hacer un tratamiento integral del niño.

Por la consulta pasan niños de cinco años y adolescentes de 17, ¿cuáles son las necesidades de cada grupo?

Con cada paciente tienes que cambiar el chip, todos somos distintos. En general, la problemática es muy diferente. Al adolescente tienes que tratarle como a un paciente, es él quien recibe la ayuda y, si no quiere poner de su parte, no va a funcionar nada de lo que hagas; tiene que involucrarse en el tratamiento. Hay que saber sus preocupaciones, sus intereses, sus motivaciones… Hay que tenerle mucho en cuenta. A los niños pequeños, también, pero se tiene que intervenir más en los padres. Una escuela de padres es mucho más efectiva en los niños pequeños y una terapia conductual psicológica, en los mayores.

¿Cómo es el paso de la Neurología o la Psiquiatría infantil a los servicios de adultos?

El neurólogo infantil explica el tratamiento del TDAH.

Aquí tenemos mucha suerte porque tenemos un Servicio de Psiquiatría con el que trabajamos conjuntamente y pasan directamente al servicio de adultos, pero es cierto que, en general, la transición a los servicios de adultos es un aspecto muy mejorable. Se está avanzando, pero, a veces, estos pacientes son diagnosticados erróneamente con trastorno de conducta o no se tratan. Es necesario tener un plan de derivación y de continuidad del tratamiento, y hablar con los servicios de psiquiatría porque, si no, vas a dejar al paciente otra vez en el desierto.

El TDAH tiene una gran carga genética, ¿se diagnostica a padres que traen a sus hijos a la consulta?

Sí. De hecho, estamos dirigiendo un estudio multicéntrico sobre detección de genes que dan susceptibilidad al TDAH. Es uno de los trastornos con más carga de heredabilidad que hay. Muchas veces, los padres se ven reflejados en sus propios hijos y, a veces, hay niños y padres que comparten la misma medicación.

Pero esto también puede llevar a error, a que el padre diga “yo era igual que mi hijo de pequeño y a mí me ha ido bien (sin diagnóstico ni tratamiento)”, pero es que las exigencias son distintas. Ahora hay muchas horas de clase, están muy sobrecargados y el nivel de atención exigible ha subido, así que a los niños con problemas de atención o con poco control de impulsos les van peor las cosas y tienen dificultades para desarrollarse como individuos.

¿A qué mitos o falsas creencias existen en torno al TDAH?

El fundamental es que son niños vagos, que no quieren hacer las cosas porque no les da la gana, porque no les interesa. Pero nadie nace vago, nacemos con dificultades o con poca motivación, pero no vagos. Otro es que lo hacen para fastidiar a los padres o para llamar la atención, que son niños malos. Cuando son adolescentes, aparte de la vaguería, se dice que son pasotas. Y, por supuesto, está el mito de que el TDAH no existe.

¿Qué consejos suele dar a los padres, a los niños y a los adolescentes con TDAH?

Lo primero que hay que decir es “venga, paciencia, tu hijo no es malo y no es que quiera hacer las cosas, es que tiene un problema, tanto en el control de impulsos como en la atención”. Hay que decirles que hace falta trabajo, que será un camino largo, pero que, si se hacen las cosas bien, el niño va a tener un desarrollo normal.

Consejos para padres, niños y adolescentes con TDAH.

Para eso, es fundamental cuidar la autoestima del niño porque, si se viene abajo, aparecerán todos los problemas. El niño no puede sentir que no tiene capacidad para hacer algo y no vale darle mil toques de atención al día; aunque cueste encontrarlo, hay que reconocer las cosas positivas que haga. Hay que poner límites, pero adaptables a la realidad del niño, teniendo en cuenta la inquietud y la atención. A partir de ahí, ya podemos empezar a trabajar.

Los niños se tienen que involucrar en el tratamiento, tienen que saber que sus padres están preocupados. Decirle a un niño que sus padres están tristes por algo que él está haciendo es lo que más le hace despertar. Tiene que ser consciente de que está haciendo algo mal y que vamos a ayudarle a controlarlo.

Los adolescentes son más complicados porque ya son individuos autónomos, con sus propias inquietudes. Tienen que ser conscientes de que es a ellos mismos a quienes les interesa controlar los síntomas, porque será lo mejor para que lleguen a ser lo que quieran ser.

 

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